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Mostrando entradas de 2021

Soledad.

  La soledad la envolvió de manera decidida y ella la recibió como una opción más, en ese momento como la mejor opción. Ya era suficiente lidiar con los males que nos trae la edad, ya la vida ha pasado muy rápido para quedarse estancado en lo convencional. Vivió de manera decidida el amor, pero suficiente fue cuando su compañero de vida partió, aunque la alegría de estar aún cerca de él era un motivador paradójicamente de vida, un motivador desde la muerte. Así, que no era difícil suponer que las cosas no pasan por casualidad y todo estaba surgiendo, aunque de manera inesperada como ella realmente quiso. Tranquilidad en un lugar que realmente sabia que nadie vendría a importunar, las personas no suelen frecuentar lugares que temen, que sienten como abandonados. La gente se asquea, no interviene, se restringe, se hace a un lado y era justamente lo que ella estaba buscando en ese momento. Un bálsamo de tranquilidad ante lo inminente, ella esperaba que durara poco, que no fuera tan desola

Es o no ficción.

  “Los talibanes les dicen a las mujeres afganas que no salgan de casa a trabajar porque los soldados ‘no están entrenados` para respetarlas”  Volvimos a la barbarie, a la incertidumbre, pero… ¿qué pasa por la mente hoy de una afgana? Sin lugar a duda miedo, devastador, desolador, conmovedor e impactante miedo. Los días se hacen eternos al ver que de repente la cotidianidad se apagó, y que ni siquiera son dueñas de decisiones básicas que para nosotras las de “occidente” aunque también cruzamos por situaciones similares no tenemos autoridad para poder comparar. Aunque, si lo pensamos bien, ni lo sabemos porque cada día es una deslumbrante ráfaga contra la realidad. Y sí, esto parece una historia de ficción, así no lo sea. Parece que la realidad una vez más supera toda ficción, que los guionistas de este cuento se quedaron cortos al relatar una historia que no fuera hoy desoladora. Hoy, mañana… Porque tal vez, tal vez ya no existamos, no exista el mundo como lo conocemos hoy. ¿Acaso no l

Nació la Esperanza.

  Mundial México 86’ todo algarabía y gozo, donde los días eran simples y sencillos. Ella, llevaba dos días en trabajo de parto y nadie parecía importarle, realmente nada importaba más que tener la posibilidad de ver en compañía de los amigos el futbol. Y es que era realmente interesante como se fundía la esperanza de todo un pueblo porque eran años de gloria para aquellos seres que creíamos héroes en un país con la guerra recrudecida, es que estábamos todos con un vacío extraño, de un pueblo que el terror era la insignia. Entonces, ella seguía paseándose de pasillo en pasillo esperando la cesárea, porque ya no había muchas esperanzas que el parto se diera de manera natural; fue entonces cuando ella se encontró con otra de las pacientes en el hospital, vaya sorpresa le dijo que era partera; pero que no podía decir mucho de su oficio ya que no era considerado como un trabajo con sustento científico, nunca había recibido conocimientos de ellos, más que la herencia de la familia. Generaci

Parar.

  Cuando lo pequeño es pequeño, pero el sentimiento es grande, todo cambia. Cuando el alma solloza en un día nublado es complejo. Se complica lo que significa una canción, se complica lo sencillo; se complica lo que simplemente no se debería complicar. Pero, es que somos expertos en importunar nuestro espíritu con banalidades que desgastan la mente. Nuestra energía pura es vital para sobrevivir en este mundo de complicaciones, complejidades expuestas por nuestra creciente necesidad de encontrar lo que ya tenemos en la mano, por lo general paz y felicidad. Cierto es, que si no somos generadores de estás dos cosas muy seguramente los días se desvanecerán en carrera maratónica… ¡Todo! Aunque, eso a nadie parece importarle, debe ser traumático sentir lo que nadie siente y querer expresarlo sin poder realizarlo usando ni palabras u acciones adecuadas. Es que solemos ser tan torpes que la creciente luminosidad de nuestros pensamientos nos deja en callejones oscuros casi siempre, al finalizar

La ilusión de la juventud.

  Hoy, amaneció siendo diferente. Me desperté con varios propósitos, pero, particularmente al llegar al colegio y ver al niño que me gustaba se me revolvieron las mariposas en mi estómago y es que para transcurrir la década de los noventa (aunque ha sido de siempre) los amores platónicos, siempre han sido un reto. A parte de gustarme, era mi mejor amigo. Lo típico, realmente lo típico. Como no sentir algo por aquel ser que ante mis ojos no solo era hermoso por fuera, si no que tenía unos sentimientos realmente cálidos y me demostraba todos los días confianza, respeto, cariño, demostraciones que, por supuesto yo no pedía, pero que él quería brindarme por el simple hecho de ser su amiga. Aunque entender, que me estaba enamorando no era tan clara, no era tan diciente, porque al inicio el compartir situaciones particulares del día a día no nos relacionaba más allá. Pero, cuando el tiempo pasa, cuando los días pasan y sigues fortaleciendo aquellos lazos, es difícil no empezar a sentir emoci

Mis señalamientos.

  ¿A la gente no le da vergüenza creer en el horóscopo? Me dirán que no soy quien, para señalar a nadie, pero como me encantaría decirle a alguien a quién creo un impedido, exactamente eso: Impedido mental. Aunque hoy, estaba pensando en el lenguaje y en lo que se ha convertido lo que llaman el lenguaje inclusivo. Son como vegetarianos con condiciones y restricciones. Impedidos. O los de la música, soy prejuiciosa y me gusta ocultarlo, porque no quiero compartir esto que estoy sintiendo con un montón de sí, impedidos. Tal cual, como yo. Además, intenté ocultar lo que estaba pensando está vez, es que no es fácil creer que la gente dice tantas cosas estúpidas como ráfagas en donde ninguno se quiere contradecir, en donde parece que la falta de información es el mejor camino para ser feliz, el de ignorar. Todos nos contradecimos, decimos que somos unos, hacemos otra, realmente no sé qué hago aquí, viendo pasar en contradicción como una novela barata. Y como no es suficiente ya, el gordo qu

El hastío o el asco.

  Sentir hastío es fácil, hastío por lo que me imagino, en ocasiones por lo que me pasa y otras por lo demás. Suelo dejarme afectar, toda mi vida he dicho que no tengo nada; que soy feliz. Siempre he pasado de engañar a engañarme, una y otra vez. En ocasiones, no siento nada, no quiero nada, la vida se envuelve en la misma sinfonía. No sé qué pensar, no sé qué y en quién creer. No creo en mí, en mis elecciones, en las posibles consecuencias de mis actos. No quiero nada, no espero nada… Me abruma la soledad, me molesta el ruido, pero también el silencio y es que las voces en mi cabeza no dejan de decir cosas; cosas no muy agradables, se desdibujan todo el tiempo siluetas que me invitan a morir, a dejar de respirar, a no querer estar, a despreciar la compañía de otros, a dudar de sus intenciones. Siento, que lo logra en muchas ocasiones. Tanto que culpo a todos, ¿por qué debo ser responsable? Este cansancio fatuo son unas acciones sin concluir que me afectan, ¿ellos saben que me afecta?

Cosas del destino.

  Era un hermoso día soleado, como ese día y los que habían sucedido antes de este, eran de alguna manera iguales, se mantenían en la rutina. Donde no hay respuesta a nada, y los peros son ignorados. Días extraños, días que duelen en la calma aparente. Tenía 12 años, un niño con sueños y expectativas al futuro, donde quería jugar a la cocina, pero también a la pelota. Estuve en el colegio el mayor tiempo de este día soleado, un poquito hastiado, pero tranquilo porque no había nada por ahora que interrumpiera mi deseo por llegar a casa, quería llegar lo más pronto posible… Tomar mi refresco favorito y simplemente dormir luego; hasta la tarde, hasta que me despertara pensando que había pasado un día completo. Era una sensación que disfrutaba siempre.  Al salir, en la puerta del colegio me encontré con un amigo de la familia. Le lancé una mirada y una mueca (era mi manera de saludar ciertamente), él solo atinó a decirme: ¿Te enteraste? Yo, sin abandonar la mueca dije no. Ah sí, el señor c

Cuento corto de terror.

  Todas las casas de mí vecindario están pintadas igual, tienen los mismos diseños, tiene un olor familiar; de vecinos… De amigos. Pero, en la mitad de la cuadra existe una que particularmente, aunque se ve igual, parece que todos los años pasaron por ella. Es como venir de un rito de colores y tropezarse de frente con una fotografía en blanco y negro… Déjame contarte algo, está habitada y parece que las personas que allí habitan también tienen una sinfonía singular, en su manera de hablar, en su manera de expresarse, en la luz que dicen irradian las personas. Aunque, yo no lo entiendo mucho, realmente eso es lo que le he escuchado a mamá y a papá que nos les gusta que pase frente a esa casa, que no juegue cerca, que no le hable al niño que vive allí; aunque la verdad a mí me simpatiza (así nunca lo haya visto sonreír y es un poco extraño) pero, estoy segura de que no son ellos, es su casa… Siento que su casa es mala, siento que su casa los atrapa, los manipula, los tiene envueltos en

La costumbre del amor.

  El amor que no puede ser. El amor que siente él, el amor que siento yo, que no es correspondido. Amanece, él piensa en ella, yo pienso en él. El día sigue su curso y cada esquina me da a entender que la fascinación es solo mía, porque él está básicamente ensimismado en los recuerdos tardíos.  No sé que estoy haciendo, pero siento que él tampoco lo sabe. Hemos pasado noches en vela hablando de diversas formas, la vida, la muerte, lo básico, lo que parece, pero no lo es tanto, la oscuridad del alma, el carácter del engaño, la felicidad aparente, la desgracia ajena, anhelando conocer un poco más del otro, sin resultado aparente. Pasa un día tras otro, nada cambia y seguimos guardando la fatalidad de la apariencia, que lo que nunca fue tal vez lo sea. En nuestras conversaciones diarias, me confesó lo que jamás pensé… Tiene miedo a la perdida, a ella, no a mí. Aunque ya lo sabía, soy un camino no un destino. Yo le ofrecí un camino adornado de frenesí, él me sirvió uno cargado de fatalidad

Ser positivo no todo el tiempo es posible.

 Los tiempos en definitiva han cambiado, y estamos enfrentándonos a una ola de sentimientos que no podemos describir, porque sobrepasa todos los límites de nuestra concepción. Algunos son buenos, porque representa un renacer desde el núcleo central de la sociedad y lo que podemos denominar familia, y un autoconocimiento que aflora aquellas habilidades para adaptarnos y seguir siendo funcionales para nuestro ser, en pro de otros; lo que para muchos sonaba impensable en primer término. Otros, es definitivamente más agobiante y agotador para lo cual debemos también hacer frente tratando de controlar y encauzar esa energía que nos enfoca en pensamientos envolventes, decisiones de vida enmarcados en la practicidad. Y bueno, todo eso está muy bien. A decir verdad, excelente. Pero… ¿Por qué no hablar de los agobios externos? En un país como Colombia, en donde llevamos varias décadas siendo carnada de gobiernos irresponsables, que se han dedicado a traficar con lo fundamental, en donde sus ciu

¿Soltar o aferrarse?

 Es una decisión y una constante personal. Y si lo pensamos mejor son las dos, porque debemos soltar lo que nos ahoga; aferrarnos a lo que nos nutre el alma y el espíritu, aunque reconocerlo sea una tarea compleja. En estos meses he aprendido algunas cosas, no es oportuno quedarse atrapados en sentimientos, relaciones y momentos que nos causen dolor, simplemente no nos dejan avanzar. Anclarse al pasado no es una opción que resuma la tranquilidad. Pero, también debemos dejar de forzar esas situaciones, porque no siempre las cosas sucederán como queremos, más cuando depende de otras personas. Es importante, dejar de luchar para mantener una situación; en donde lo más seguro es que no haya un sustento importante para eso y el resultado sea frustrante. Realmente saber que nos aferramos a través de los años y vamos incorporando comportamientos que no son adecuados sucede inadvertidamente, mediante malos hábitos, comportamientos, actitudes, emociones… Pero, lo importante al final es inte

Decisiones.

  Cortar vínculos es indispensable y más que nada necesario para el fortalecimiento de la tranquilidad, la salud mental y la estabilidad emocional. Saber cuándo es necesario hacerlo, es la tarea que se complejiza, por lo general esperamos a tener una situación de impacto sobre nuestra humanidad para tomar acción; aún así cuesta identificar la raíz del problema. Es como si las decisiones importantes estuvieran en constante mantenimiento, diversas equivocaciones que van forjando carácter, diversas emociones que hacen que robustezcamos o perdamos en el día a día lo importante; al parecer de eso se trata. En ocasiones, vivimos tan pegados al pasado que decidir sobre el presente nos parece una tarea para hablar en tercera persona. La vida es un cúmulo de decisiones diarias, laboral, social, personal, amorosamente… No somos los mejores decidiendo; desde el campo de la razón, a veces, solo a veces tenemos un rango de intuición y hacemos caso. A veces, son las mejores decisiones. Los tropiez

La emoción de lo que nunca será.

 Incertidumbre, es lo que genera el no tener control. Pero, es importante saber que eso no es un problema. No tener control significa estar expuesto, y por supuesto ¿a quién le gusta? Saber que se es blanco de señalamientos que socaban nuestras dudas es aún menos sensato. Todo, es el resultado del juego macabro de nuestra mente, producto de las vivencias, de lo que permitimos permearnos día a día. A veces es difícil entender que sobre nuestra existencia somos los únicos que tenemos control, nuestros pensamientos, nuestras acciones, nuestro sentir… Intentar desde la racionalidad manejar los sentimientos y eso último es un juego peligroso, algo parecido a la ouija; podemos sin querer estar jugando a un juego del no retorno, en donde no se apuesta dinero, se pierde lo más preciado al quedar expuesto, y señalar lo más preciado se convierte en una tarea totalmente personal. Intentar saber y controlarlo todo, es por principio el primer error. Posiblemente, el primero de una secuencia de er