La emoción de lo que nunca será.
Incertidumbre,
es lo que genera el no tener control. Pero, es importante saber que eso no es
un problema.
No tener control
significa estar expuesto, y por supuesto ¿a quién le gusta? Saber que se es
blanco de señalamientos que socavan nuestras dudas es aún menos sensato. Todo,
es el resultado del juego macabro de nuestra mente, producto de las vivencias,
de lo que permitimos permearnos día a día. A veces es difícil entender que
sobre nuestra existencia somos los únicos que tenemos control, nuestros
pensamientos, nuestras acciones, nuestro sentir… Intentar desde la racionalidad
manejar los sentimientos y eso último es un juego peligroso, algo parecido a la
ouija; podemos sin querer estar jugando a un juego del no retorno, en donde no
se apuesta dinero, se pierde lo más preciado al quedar expuesto, y señalar lo
más preciado se convierte en una tarea totalmente personal. Intentar saber y
controlarlo todo, es por principio el primer error. Posiblemente, el primero de
una secuencia de errores, el primero de la caía del naipe de las emociones y el
dominó de lo que queremos que sea y por supuesto, nunca será.
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