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Mostrando entradas de junio, 2012

Amarse.

Cuando estaba en estado de gravidez a pesar de las múltiples complicaciones y la complejidad del momento   intenté mantener la tranquilidad, pensaba en aquel pequeño ser, me enfocaba en todo lo que no podía expresar que indudablemente se terminaría imprimiendo en su ser. Lloré demasiado, y en los primeros meses mi hija no hacía otra cosa que suspirar, señalamiento suficiente que a falta de palabras me mostró cuán equivocada estaba. Pensar en el pasado nos trae inevitablemente recuerdos, personas y situaciones que no merecen un desgaste de energía, pensar en el futuro nos trae dudas e interrogantes, por eso el presente es nuestra mejor arma para vivir bien, proyectarse es algo muy diferente a vivir en un futuro que no ha llegado. El presente es el mejor carro. Se nos olvidó que es sacrificarnos desde el amor, Se nos olvidó resaltar la mejor emoción… La humildad. Somos un pueblo sin memoria, reincidente en errores. Se nos olvidó que significa reciclar emociones, nos cuesta entender q

Actualizar.

Actualizar sentimientos. La pérdida de alguien cercano, alguien que goza de nuestro amor, agradecimiento y admiración se convierte en un hecho doloroso, aún no hemos aprendido y sobre todo aceptado que la muerte es paralela a la vida, es el único estado que no se anuncia, que inmerso en el ambiente constante, y como diría un reconocido periodista: “Fue una llamada de Dios, no le contesté porque sabía que era una llamada por cobrar”, justamente pensar en lo maravilloso de la vida, nos hace reflexionar sobre una fugaz permanencia, porque todo deceso nos deja la ausencia definitiva del ser íntimamente. Así, debemos reconocer que lo más –inteligente es aceptarlo y tratar de vivir a plenitud, nadie a regresado para contar la experiencia, lo complejo de la situación son para quienes se   quedan con los recuerdos, lamentaciones, sus justificaciones, arrepentimientos, palabras no dichas, con abrazos y finales, y esa si es la decisión inteligente intentar vivir honestamente, que la muerte n

Un viernes cualquiera.

Un nombre, un señalamiento. Ese día querías una mano, ese día querías un abrazo, una palabra, un empujón en la cotidianidad, un respiro en medio de la multitud, un suspiro en medio de la podredumbre. Y… No lo encuentras, no estás, no das la cara, no vienes, no sirves, otra vez no estás. ¿Prefieres tu silencio, tus afanes, tus vicios, tus ocios, tus inclinaciones, tus, tus… Tus reclamos, tus reproches, tus molestias y es cuando nos preguntamos cómo exigir algo que no se da? Exigir calidad y entregar mediocridad, ¿tiempos a medias? Eso sí es… ¡Ridículo! Así son las cosas, pedimos cuando nos equivocamos, gritamos para evitar que nos señalen. Señalamos y olvidamos. Somos grandes personajes sin respuesta, interrogantes con patas. A la larga, poco nos importa, solo ignoramos… Mientras nuestro mundo fantástico no se vea afectado lo más mínimo lo demás seguramente nos parecerá que no cuenta con la suficiente importancia para hacerla valer, y otra vez nos perdemos de lo importante por and

Celos.

H ablemos de esto como   si estuviéramos yendo sentados o de pie (como sea el caso) en el transporte público, (preferiblemente no hora pico), después de un día agotador a casa, aún mejor un trayecto largo hacia lo que más quieres. Es ir viendo a través de la ventana, es ir observando cuanta cosa se nos pueda ocurrir, ese sin fin de detalles que se vuelven familiares, otros solo se perciben a diario y luego vuelven a desaparecer pero lo terminamos recordando. Ahora, podemos referirnos   a los celos exclusivamente, producto del amor (desamor), es bien cierto que somos susceptibles, a cualquier cambio, somos como raza latina de sentir vibrante, emotivos, sensibles, sentimentales, somos una raza dada a la sutileza que aquello pueda resultar, pero cuando hacemos referencia de personas apasionadas de la mano vienen ligados aquellos sentimientos que como el amor o hasta el mismo odio nos muestran lo maravilloso que nos hacen percibir   y sentir el mundo. Los celos, es una mezcla extraña