Ser positivo no todo el tiempo es posible.

Los tiempos en definitiva han cambiado, y estamos enfrentándonos a una ola de sentimientos que no podemos describir, porque sobrepasa todos los límites de nuestra concepción. Algunos son buenos, porque representa un renacer desde el núcleo central de la sociedad y lo que podemos denominar familia, y un autoconocimiento que aflora aquellas habilidades para adaptarnos y seguir siendo funcionales para nuestro ser, en pro de otros; lo que para muchos sonaba impensable en primer término. Otros, es definitivamente más agobiante y agotador para lo cual debemos también hacer frente tratando de controlar y encauzar esa energía que nos enfoca en pensamientos envolventes, decisiones de vida enmarcados en la practicidad. Y bueno, todo eso está muy bien. A decir verdad, excelente. Pero… ¿Por qué no hablar de los agobios externos? En un país como Colombia, en donde llevamos varias décadas siendo carnada de gobiernos irresponsables, que se han dedicado a traficar con lo fundamental, en donde sus ciudadanos nos sentimos nadando río arriba, de esos que son caudalosos, que no parece tener orillas. ¿Cómo quitarse la desazón de la complicidad ciudadana? Hoy, puedo decir que el sentimiento de molestia es difícil de disimular, pero es importante controlar lo que se dice; la idea no es seguir abriendo una brecha de diferencias que por supuesto sigue siendo beneficiosa para esos que sí saben para donde está encausado todo esto, inicialmente el odio es una muy buena arma de destrucción masiva. Para esos pequeños pero poderosos grupos del poder es imprescindible que nos sigamos odiando, sigamos teniendo diferencias; mientras eso siga sucediendo ellos tendrán la oportunidad de manejar esta gran finca Polombia a sus anchas. No podemos seguir viendo como nuestros compatriotas mueren en la miseria, no podemos seguir siendo observadores pasivos de cómo un país como el nuestro, tan rico e inimaginablemente hermoso está siendo saqueado. Colombia, era como ese tesoro al final del arcoíris, hoy por hoy es el tesoro, sin olla, ni oro.

Ser positivo no todo el tiempo es posible.


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