Los nuevos inicios.
Siempre estamos
comenzando algo, siempre… Y no hay nada más difícil, desprendernos de nuestra
cotidianidad y porque no a la comodidad para enfrentarnos a lo desconocido
y más cuando los recuerdos nos persiguen en la retina. Con el rabito del ojo
estamos sosteniendo ese contacto. Pensamos en que debemos desprendernos y nos
cuesta.
Casi siempre se
termina dando porque es una necesidad, ante nuestra estabilidad ya sea
emocional, física y espiritual, pero a veces sucede por capricho; como dirían
las abuelas: “La buena vida cansa y la mala amansa”, porque siempre estamos
pidiendo más, inconformes con la hora de trabajo, con la comida, con el
salario, con las relaciones en la familia, cuando al final es un auto engaño,
creer que todo y todos tienen un porcentaje en ese complot que nos armamos en
la cabeza cuando el único culpable es… Usted mismo. Como culpar a otros de las
malas acciones, es como las religiones, usted no necesita –convertirse- para
ser un buen “cristiano”, esa buena persona es bondadosa, responsable,
respetuosa y a la vez trabajador, luchador porque hace parte de un todo, es ahí
donde los parciales no son aceptados, pero pretendemos escudarnos en los
señalamientos y en las excusas.
Es la
imposibilidad de aceptar el fracaso, nos falta voluntad cuando es bien cierto
que caminar por senderos equivocados es lo que nos hace aprender, es como el
que no arriesga, jamás saldrá de la mediocridad, pero como somos unos
engañadores engañados nos terminamos estrellando de jeta contra el planeta.
Siempre nos cuesta… ¡Siempre!
Y son los nuevos
inicios, cuando es realmente cierto que es la primera aventura de este tipo,
que no han existido parciales. No podemos olvidar como ejemplo las dietas
que iniciamos para desistir en el intento, volver a empezar sin voluntad,
volver a empezar para perder el ritmo, la convicción y hasta el aliento, por
eso es fundamental ser decididos y encima de cualquier cosa honesto consigo
mismo, si lo que ve al espejo no le gusta muy seguramente es hora de cambiar
para volverse a agradar, la primera premisa es amarse, nadie es más importante
que uno y nadie jamás debe serlo.
Bueno, los cuentos
de auto superación no es que me agraden del todo, entonces es mejor dejar unos
cuantos puntos suspensivos, solo no hay nada mejor que la imaginación y la
decisión.
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