La vida, ahoga.
Con
más días por reflexionar, cada vez que alguien me cuenta algo de su vida y me pide
un consejo, realmente soy yo aconsejándome. Para hoy: El que no expresa su
sentir enferma, quién no llora se infarta.
Acá
se abre un debate interesante, y es el sentir y más que nada el accionar, al
pedir ayuda cuando sentimos que la vida nos aplasta, que ya no damos más.
Estamos de acuerdo, que al final del día cada uno se salva, cada uno decide si
seguir o tirarse por la ventana… Pero ¿vale la pena tener todo ese peso y tener
todo ese sentir presionando el pecho solos? ¿Por qué no pedir ayuda cuando
estamos rotos por dentro? O ustedes jamás han tenido esa sensación de no querer
seguir, de sentir que final final no va más, que llegamos al minuto 90 y no hay
opción de repechaje, no hay partido de vuelta ni ninguna mierda que nos podamos
inventar. ¿No? Entonces, además… Bienvenidos a uno de los pensamientos
intrusivos de este yo que da consejos de amor estando soltera, da tips de salud
mental estando rota más allá de la apariencia… Porque amigos, dirían por ahí el
entrenador no juega.
Pero,
si es bien cierto que tenemos hábitos preinstalados, vergüenza, pudor, no
queremos mostrarnos débiles, ideas preconcebidas de toda una vida que no nos
permite desligarnos de está idea que nos inmoviliza cuando queremos -pedir
ayuda- La respuesta es sí, a nos han hecho mucho daño y no sabemos expresar
nuestro sentir, estamos en ocasiones en bucles infinitos de miedos que no se
nos es permitido tener claridad. Mi invitación genuina es, pare, siéntese, pida
ayuda y exprese, diga: Está vuelta me quiere ganar, estoy hecho un ovillo de
mierda y no sé qué hacer. Necesito ayuda. Porque todos, en algún momento por
las cuestiones que quieras nombrar, (solo tu conoces ese dolor) nos encontramos
en un túnel sin esperanza, rotos, destruidos, no vemos salida, nos encontramos
arrasados, no vemos solución aparente.
Por
ello, se hace relevante la solidaridad, no quiero que alguien me escuche para
que me dé dos palmadas en la espalda y me diga “pobrecita” A veces, por no
decir que la mayoría del tiempo es escucha activa, allí cobra total relevancia la
fuerza del colectivo. Aunque también, debemos ser honestos, no estoy dispuesto,
no tengo herramientas para escucharte, no te puedo encaminar porque estoy igual
o peor, pero, ve con X persona, has esto, asiste a aquello… Reitero, la fuerza
del colectivo.
El
primer paso para pedir ayuda es combatir con nuestro ego… ¡Claro! ¿Cómo voy a
aceptar que la vida me está superando? Sí soy lo más, doña yo puedo con todo,
la señora que jamás ha necesitado o requerido de una ayuda adicional para hacer
lo que cree conveniente.
Tenemos
un problema básicamente con mostrarnos vulnerables, con mostrarnos acorde a
nuestra naturaleza humana: Vulnerables.
Desde
hace mucho, no me da vergüenza no tener en RRSS fotografías o post acorde a lo
convencional, a mostrar vidas perfectas, aprendí que tengo derecho a mostrarme
jodida, honrar mi dolor, a mí manera eso sí, pero honrarlo.
No
somos más fuertes por callar, no somos más fuertes por consumirnos en dolor, no
somos más fuertes por transitar por esos caminos y hacerles daño a otros (eso
sí, sin culpa… Y excusamos lo que causamos a nuestro paso)
Pide
la ayuda que necesites, y aprende que no todo el mundo se quiere salvar.
Abrumadora
es la vida, y es increíblemente valioso aprender a pedir, recibir ayuda expresando
nuestro sentir.
Está
es una de mis terapias, aprendí a rendirme.
Los
quiero, besos.
Y.
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