Vida.

Sales a la calle, en el andén… ¿Qué ves? Afanes, gritos, incertidumbre, alucinaciones, muerte, guerra, señalamientos, hambre, indiferencia, miedos flotando, malentendidos, silencios hirientes, verdades a medias… Pero ¿qué ves? Te resistes y… ¿Qué ves? Un hermoso cielo, tu vecino saludando, el perro corriendo, moviendo su cola, hueles el pan recién horneado, esperanzas, sueños, niños riendo, gente amándose, luz en los ojos, sonrisas espontáneas y en ese momento como estar de pie en el límite de tu vida, la presencia precede la esencia.

Alimentas tu alma con tus pensamientos, eres lo que soñaste, y cuando parece una pesadilla es como cuando aparece las notas de la canción que no terminar por entender, las notas que para ti jamás encajaran porque representa lo que dices con ahínco eliminar. 

 Respirar el aire de la vida y de la muerte. 

 Estar en constante contacto con la tierra. 

 Amarse sin prejuicios. 

 Llenarse de señalamientos. 

 Buscar tus respuestas, porque todos tenemos preguntas diferentes y a la larga resultan similares, solo su formulación y por supuesto interpretación nos llevarán por caminos desconocidos, miedos diferentes, desde adentro no sabeos como actuar, la incapacidad por actuar nos limita, errar es de humanos y también corregirlos, solo que una de estas posibilidades se presenta como el rocío de la mañana, el olor del césped recién cortado, el olor a tierra cuando inicia la lluvia; la otra como el final de una día en el trabajo, como verte envuelto en un chisme de pasillo, como morder un pan duro y viejo sin otra opción como la verdad cuando se le otorga su lugar, ese que le corresponde.

Siempre diferente… ¿A cuántos no les gustará el pan duro con café? ¿Cuántos repudiarán el olor a pasto?

Porque justamente en la diversidad de cada momento que nos damos desde la individualidad, todo toma un olor, un matiz diferente y allí es cuando puedes aprender a compartir y a respetar. No quedarse con palabras que anudan gargantas, no lanar fulminantes disparos culpables de destrozar corazones y esperanzas.

En este circo decidirás si participar, ser un espectador o escuchar las risas a la distancia, levantarse con la emoción de participar a ver a lo lejos por miedo a un gran todo. Dar ese paso al frente es conveniente, después como a los niños sentirán ese anhelo natural por querer salir corriendo con la sensación de todo aquí, justamente todo aquí se puede. 

 “Si no vives la vida como si fuese una constante prueba no merece la pena ser vivida, bla, bla, bla. Es la pura verdad. Sin embargo, tampoco merece la pena la vida que siempre está sometida a una prueba. “David Benioff. 


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