La mala y la buena mujer

¡No hay peor herida que la del corazón, ni peor maldad que la de la mujer!
¡No hay peor sufrimiento que el causado por el odio, ni peor venganza que la venganza de rivales!
¡No hay veneno como el de la serpiente, ni enojo como el de la mujer!
Prefiero vivir con un león o con un dragón, que vivir con una mujer malvada. La maldad de la mujer hace que el marido ponga peor cara que un oso. Cuando él se encuentra entre sus amigos, suspira sin querer.
Cualquier maldad es poca, comparada con la de la mujer; ése será el castigo para el pecador.
Como cuesta arenosa para los pies de un viejo es la mujer charlatana para un hombre tranquilo.
No te dejes seducir por la belleza de una mujer ni codicies lo que posee, porque es muy feo y vergonzoso que la mujer mantenga a su marido.
Manos débiles, rodillas temblorosas: así es el hombre a quien su mujer no hace feliz.
Por una mujer empezó el pecado, y por ella todos morimos.
No des salida al agua de un río, ni libertad a una mujer malvada. Si no se somete a ti, apártala de tu compañía.
¡Dichoso el esposo de una mujer buena: vivirá el doble!
Una mujer ejemplar hace prosperar a su marido y le alegra los años de su vida.
¡Qué buena suerte es encontrar una buena mujer! Es un regalo que Dios da a quienes lo respetan. Sea rico o pobre, estará contento y siempre tendrá la cara alegre.
Hay tres cosas que me asustan y una cuarta que me da mucho miedo: Chismes en la ciudad, tumulto de la gente y calumnia; son peores que la muerte. Pero una mujer celosa de otra es un sufrimiento terrible; su lengua es como un látigo que todo mundo hiere. Una mujer malvada es como un yugo flojo; tocarla es como agarrar a en vergüenza.
Una mujer seductora mira con atrevimiento; en sus ojos se lee lo que es. Vigila estrictamente a una hija descarada; no sea que, teniendo mucha libertad, se aproveche de ella. Vigila sus miradas desvergonzadas y no te sorprendas si te falta al respeto. Ella abre la boca como viajero sediento y bebe de cualquier agua que encuentra; se ofrece a cualquier hombre y abre su aljaba a cualquier flecha.
El encanto de la mujer alegra a su esposo, y si es sensata, lo hace prosperar. Una mujer discreta es un regalo del señor; una persona educada no tiene precio. Una mujer modesta es el mayor encanto; nada vale tanto como una persona reservada. Como el sol que brilla en lo alto del cielo, así es la mujer hermosa en un hogar bien cuidado. Como lámpara que alumbra en el candelabro del templo es un rostro hermoso en un cuerpo bien formado, y como columnas de oro sobre bases de plata son unas piernas hermosas sobre pies bien firmes.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Parar.

Soledad.

Mis señalamientos.