Siempre cuestionarnos...
Hoy
alguien dijo: “Ni siquiera se trata de tener o no responsabilidad
afectiva, a veces es cuestión de tener dos neuronas funcionales y no actuar
como un pendejo”
Y
aunque fue una frase entre chiste y chanza muy fuerte,
empezar a debatir entorno a ella, y es que, a mi modo
de ver, no se trata de suponer que el otro nos debe nada, el
enfoque debería estar en ¿cuánto somos capaces de
empatizar y actuar en consecuencia? Es que es fácil
justificarse, es fácil decir al otro le falta trabajar en su ser, es increíblemente
fácil señalar y poner responsabilidades en otros
que son al final del camino consecuencias de nuestro comportamiento.
Y pensemos en un ejemplo del día a día, las mujeres
que no solemos estar acostumbradas a recibir nada de nadie, y pongámoslo
en lo material, tarde o temprano volvemos al hombre tacaño,
porque este va a entender que en efecto no lo necesitas (Ya sé, no todos
son así…) Por eso, nos encontramos con tantas historias que
parece que los uniera la falta de buen trato y más bien el
exceso de falta de consideración.
Y
se desprende un tema aún más cautivador y es entender la
diferencia entre el carácter y el temperamento, solemos
confundirlo, y pasa a ser una conducta que fácilmente
es justificable, es decir, siempre pensamos que si
alguien tiene temperamento es una persona ruda, fuerte,
agresiva en su accionar, pero nadie habla que el temperamento
está ligado con lo heredado. En cambio, el carácter
está estrechamente ligado con lo que aprendemos. No todos tenemos
la misma versión de carácter, porque todos lo construimos
mediante el aprendizaje, lo que vivimos, con quienes nos relacionamos y
como lo hacemos. Y ya que estamos llenos de ejemplos, una manera increíble
de abordar este tema es, no todos tenemos el
umbral del dolor igual, si yo tengo un umbral de dolor bajo,
muy seguramente concebiré al mundo de esa manera, más doloroso,
más complejo, mientras que las personas que nacen con el umbral
más alto perciben al mundo con una visión distinta,
al mundo y la adversidad.
Me
pregunto, ¿Qué pasaría si DECIDIMOS cómo afrontar
lo que se nos presente? ¿Acaso, no debería
tener la posibilidad de decidir en como trabajar en mi ser
sensible, en realizar una reestructuración a mí carácter, en
crear un personaje alineado a lo que soy y no estar ligada a las
ataduras de las herencias generacionales y las
tribulaciones que nos supone ser seres sociales?
Besos,
Y.
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