La maternidad.
Feliz día... A mí.
Y a las que como yo sabemos que la maternidad no es tan bonita como un día de
la madre muestra.
No es fácil
entender una maternidad cuando llega a corta edad por la circunstancia que sea,
(a la larga eso a nadie le importa); una maternidad cuándo debe asumirse
con madurez sin tenerla, con responsabilidad cuando te dejaron sola, con amor
cuando demostraron lo contrario. Ojalá ser mamá fuera tan bonito como los
comerciales muestra, ojalá dejara la satisfacción que dice dejar, ojalá a veces
no nos desarmara porque creemos fallar, ojalá no tuviéramos remordimientos de
culpa porque creímos actuar de manera errada. Hablo desde mi percepción
personal, a la larga es la única que conozco... Y realmente le digo a la mujer
que dice no querer tener hijos, manténgase en su posición y no solo por
comodidad si no por su salud en todos los sentidos. Desde que un hijo nace, una
mujer jamás dejará de sentir el vínculo con esa persona; y no es tan chévere
como muestran, como hijos sabemos que con cantaleta o sin ella terminamos
tomando nuestras propias elecciones y aunque de eso ya sabemos un discurso
amplio; es doloroso ver como no podemos evitar irnos por el camino más
pedregoso (otro discurso que también ya conocemos). Y así, vamos intentando
poder; realmente es lo único que queda y en ese camino conoceremos de todo, en
ese camino esperamos no pasar frustraciones, evitaremos no vivir a través de
ellos, esperamos proteger, trabajamos por proveer conocimientos, valores.
Realmente la maternidad es un gran juego que pasar de nivel puede durar días,
como también meses y años con curvas de dificultad que no alcanzamos a imaginar.
Porque la maternidad también duele, también es desagradecida, es dura, pero
nadie habla mucho de ello porque automáticamente usted se convierte en una mala
madre, y uno no se refiere a la hoja llena de fríjoles y lentejas; no me
refiero solamente a la mujer que estando sola le toca afrontar una realidad,
porque acompañadas también les toca.
Somos adultos
rotos porque tuvimos una niñez y hasta una adolescencia teñida de
circunstancias particulares que no fueron agradables, pero fueron. Hoy, sin
romantizar nada... Ni la pobreza, ni la superación, educación; ¡nada! Es lo
único que puedo decir, en estos años doy gracias por la compañía de
mi hija, lo curioso del tema, de mi maternidad no es lo que yo he
podido enseñarle; sino lo que ella me ha venido enseñando... Yo, trato con
respeto y tacto aprender desde el amor propio.
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