Es o no ficción.
“Los talibanes les
dicen a las mujeres afganas que no salgan de casa a trabajar porque los
soldados ‘no están entrenados` para respetarlas”
Volvimos a
la barbarie, a la incertidumbre, pero… ¿qué pasa por la mente hoy de una
afgana? Sin lugar a duda miedo, devastador, desolador, conmovedor e impactante
miedo. Los días se hacen eternos al ver que de repente la cotidianidad se
apagó, y que ni siquiera son dueñas de decisiones básicas que para nosotras las
de “occidente” aunque también cruzamos por situaciones similares no tenemos
autoridad para poder comparar. Aunque, si lo pensamos bien, ni lo sabemos
porque cada día es una deslumbrante ráfaga contra la realidad. Y sí, esto
parece una historia de ficción, así no lo sea. Parece que la realidad una vez
más supera toda ficción, que los guionistas de este cuento se quedaron cortos
al relatar una historia que no fuera hoy desoladora. Hoy, mañana… Porque tal
vez, tal vez ya no existamos, no exista el mundo como lo conocemos hoy. ¿Acaso
no les parece ficción que nos hayamos convertido en humanos miserables?
Arrogantes, y provistos en toda proporcionalidad de lo más ruin que podamos
siquiera pensar. Desprovistos todos los días de lo elemental, buscando entre la
basura y la ruina de nuestros pensamientos. Los animales no se respeten, la
naturaleza, los niños, lo que nos vuelve realmente humanos ya no se respete.
Cómplices de todo y nada. Es irreal pensar en un mundo en el cual la palabra ya
no tiene valor. Es fantasioso creer que se decapitan cabezas por tener
pensamientos que validen los derechos de otros, es una historia de fantasía
vivir lo que estamos viviendo. Sentir lo que sentimos. Realmente nuestra vida,
es en definitiva una constante historia de ficción, pero con diversos
personajes en la historia. Todos marcados con pasados abrumadores, otros no
responsabilizándose del hoy, otros haciendo cuentas con el mañana cuando
posiblemente jamás les llegue. Claro, que esto es una historia de ficción, por
cierto; barata. Adornada ocasionalmente por destellos de luz, unas
reconfortantes, otras enceguecedoras. A pesar de todo seguimos caminando,
arrastrando los zapatos a la desventura, pero nos estamos acostumbrando a esta
vida de ficción que todos construimos día a día, con fotos, sonrisas,
conversaciones, relaciones falsas. ¡Aguante la ficción! De lo inesperado, de
las relaciones que no fallen, de la música contagiosa, del amor y de la otra
cara de la moneda. Y aunque es una historia de ficción que me agobia, ¡ey! La
realidad también lo hace. Me ahoga con su presión de las palabras que se
asfixiaron y nunca vieron la luz, de los abrazos que se extinguieron cuando al
borde del abismo cada cual tomó una determinación. Yo soy un ser de ficción,
como todos. Me gusta tomar papeles en la vida; pueda que no sean los adecuados,
pero son. Entonces, porque quitarme la posibilidad de lo inminente, de la
fantasía que de mi cabeza emerge cada minuto. No puedo aceptarlo, no puedo
entender la particularidad de estás emociones. ¿Es o no ficción? ¡Lo es!
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