Parar.
Cuando lo pequeño
es pequeño, pero el sentimiento es grande, todo cambia. Cuando el alma solloza
en un día nublado es complejo. Se complica lo que significa una canción, se
complica lo sencillo; se complica lo que simplemente no se debería complicar.
Pero, es que somos expertos en importunar nuestro espíritu con banalidades que
desgastan la mente. Nuestra energía pura es vital para sobrevivir en este mundo
de complicaciones, complejidades expuestas por nuestra creciente necesidad de
encontrar lo que ya tenemos en la mano, por lo general paz y felicidad. Cierto
es, que si no somos generadores de estás dos cosas muy seguramente los días se
desvanecerán en carrera maratónica… ¡Todo! Aunque, eso a nadie parece
importarle, debe ser traumático sentir lo que nadie siente y querer expresarlo
sin poder realizarlo usando ni palabras u acciones adecuadas. Es que solemos
ser tan torpes que la creciente luminosidad de nuestros pensamientos nos deja
en callejones oscuros casi siempre, al finalizar el día.
En algún
momento debemos aprender a apreciar lo que tenemos alrededor, con la humilde
expectativa que no sea tarde, porque el tiempo corre sin reparo, este no
pregunta, no requiere de ningún tipo de consideraciones: Implacable. A la larga
somos inocentes de lo que pasa, tenemos cierto grado de ella al pensar que
estamos haciendo las cosas bien, solo por hacerlas. Muy buena ilusión,
excelente si nos preguntaran, pasamos de engañar a ser engañados y ser
orgullosos ante ello. El melodrama debería también convertirse en consigna para
algunos, es como ese tiempo que nos permitimos para tener una reacción ante lo
inminente, que no es otra cosa que lo que se desarrolla en el momento. Es tan
fácil entender las necesidades individuales que damos por hecho situaciones
colectivas que lastiman, que no permiten un buen control sobre ello; pero que
inmediatamente tampoco queremos asumir así supongamos lo contrario. A veces,
quisiera concluir sobre estos asuntos, pero estoy lejos de ello.
Infortunadamente, no es tan fácil como lo maquino en mi cabeza, todos los días,
cada momento. Por eso, casi siempre nos perdemos en pensamientos de fantasía,
en hipótesis que creamos enmarcados en la perfección de los sentidos, en la
locura de un mundo perfecto; con sentimientos claros y cero preocupaciones por
lo irremediable. Porque solamente en ocasiones podemos pensar en la fragilidad
de la existencia y los pocos momentos que tenemos para que las cosas resulten
de manera maravillosa, de sentir en algún relámpago de oportunidad que somos
llevados siendo consientes a lo hermoso que es sentir lo sencillo, el rocío de
la lluvia, el olor de la tierra, sentir el café en la mañana, el abrazo
sincero, las miradas cómplices, la picardía del deseo, siendo francos y
sencillos. Brutalmente honestos de amor. Por ello, es tan importante hacer
pares, parar para reaccionar, parar para admirar, verificar, sentir, pensar…
Parar para poder avanzar desde lo profundo del ser, desde el marco más diverso
de nuestra irradiación de energía, desde el sentir.
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